La Consulta

Preguntas Frecuentes


¿Solo yo tengo este problema?



En los últimos años estamos asistiendo a un aumento progresivo y notable de la información y de la publicación de temas sobre sexualidad. En apariencia se habla de sexualidad con una actitud menos reprimida, un discurso que se presenta libre de tabúes.

Sin embargo, el tema de las disfunciones o los problemas y dificultades en torno a la sexualidad están ausentes en las conversaciones habituales. Parece que nadie tiene problemas. El efecto es que quién tiene problemas y los vive en silencio se siente mucho más aislado y preocupado.

La sexualidad, por mucho que se reprima socialmente, o se trate de un modo u otro, sigue existiendo, de modo que parece que lo más inteligente y razonable es reconocer su existencia; darle la importancia que tiene; tratar de atender a toda su complejidad;

¿Debo fijarme en lo que me cuentan otros/as?



No es conveniente, ni eficaz que nuestra medida de satisfacción tenga que tener como referente otras personas de nuestro entorno, sino nuestras propias capacidades.

Para descubrir estas capacidades es necesario observarnos sin prejuicios, sin falsas creencias y con un cierto realismo, sin miedo a ser 'bichos raros'. No es conveniente que nos 'midamos' en comparación con otras personas ni con las encuestas que leemos.

En esta situación estaremos en condiciones de saber si tenemos algún tipo de problema o bien se trata de un falso problema. Podremos autoevaluar si nuestro malestar está derivado de unas expectativas erróneas, basadas en la imagen social, o bien nos convendría mejorar ciertos aspectos, rectificar algunas conductas erróneas y sustituir actitudes o comportamientos que nos perjudican. Llegados a este punto ya habremos avanzado muchísimo, porque al racionalizar un problema le damos la dimensión adecuada y reducimos nuestro nivel de ansiedad, temor y preocupación. Ingredientes poco recomendables en cualquier tipo de proceso de resolución de problemas.

Una vez que hayamos autoevaluado sin la presión del entorno y la propia nuestra, estaremos en una mejor disposición para atender a la consulta de un/a profesional para exponer nuestro malestar, nuestras inquietudes o nuestro problema. También estaremos en mejor disposición para seguir el tratamiento adecuado, solucionando y superando cualquier obstáculo que dificulte nuestro placer y satisfacción en el ámbito sexual.


Soy escéptico/a de la ayuda que pueda obtener



Al atender a una consulta, generalmente se tiene una cierta dosis de escepticismo y a la vez cierta esperanza. Esto es normal si tenemos en cuenta que quizá hemos tratado de solucionarlo por nuestra cuenta; que tal vez hemos fracasado en nuestros intentos; que seguramente el problema que tenemos lo llevamos arrastrando desde hace mucho tiempo y nos vemos incapaces de superarlo, etc. Los temores y la frustración se van cronificando y se convierten en uno de nuestros peores enemigos.

Una de las labores de un/a terapeuta es tratar de modificar esta actitud de recelo y escepticismo ya desde las primeras sesiones. Para ello se trata de participar al/la paciente de los contenidos de la terapia, de los objetivos, de los procedimientos y todos los pasos del proceso. Se trata de que el/la cliente sea activo/a, no un sujeto pasivo de la terapia.

¿Tengo que ir a un ginecólogo, un urólogo o un andrólogo?



La mayoría de los problemas sexuales no son fisiológicos aunque el síntoma más evidente (p.ej.: falta de erección, lubrificación...) así nos lo haga pensar. Mi consejo es que tu primera visita la realices a un/a sexólogo/a, será quien evalúe correctamente tu situación y pueda tratarte o derivarte a quién resulte pertinente. No conviene medicarse innecesariamente, cuando la solución está en manos de la orientación y la terapia. 

Cada especialista conoce a fondo su campo y te puede ayudar con más eficacia en su terreno de conocimiento. Por ejemplo, como sexóloga no puedo resolverte un problema de vejiga, útero, ovarios, riñón, próstata o uretra...

Si puedo resolverte un problema sexual (erección, eyaculación, orgasmo, deseo sexual, dolor, timidez, adicción, etc.)

La sexualidad y la respuesta sexual son mucho más que las venas y los nervios que irrigan el sistema sexual. La mente, el cerebro es la gran máquina que controla todos los órganos del cuerpo y de donde parten todas las instrucciones.

Si estás preocupado, distradido, ansioso, tenso, vergonzoso... el cerebro está dando unas instrucciones que van a bloquear la respuesta sexual aunque tu organismo esté en perfecto estado. Como sexóloga-psicóloga mi trabajo consiste en ayudarte a resolver ese conflicto entre 'querer' y 'no poder'.

¿Cuándo es conveniente ir a una consulta sexual?



Cuando no sabemos como solucionar nuestro problema y no nos hacen efecto los remedios que hemos puesto nosotros. Cuanto antes acudamos, antes podremos disfrutar de una sexualidad satisfactoria.

Una dificultad sexual o un problema de relación, al igual que un catarro o una torcedura de un pié, tratados por un especialista nos hará sufrir menos y también podemos evitar daños colaterales.

Nunca es tarde para afrontar un problema pero cuanto antes lo abordemos de forma eficaz, más tiempo disponemos para disfrutar.

¿Qué tipo de personas acude a una consulta sexual?



A un centro de terapia sexual acude todo tipo de personas. No hay un perfil definido, sin embargo, la franja de edades más habitual en asistencia es entre los 20 y los 60 años. Generalmente, a partir de los 20 es la franja de edad en la que nos hacemos más conscientes de nuestros problemas. A partir de los 30, se establecen relaciones de pareja más duraderas o se rompen éstas; cuanto más se madura, las personas adquieren un mayor nivel de conciencia de lo que desean y cómo quieren vivir sus vidas; es una etapa en la que hay un mayor grado de reflexión y de observación, también somos más responsables de nuestro bienestar.

Por lo general, son personas con deseos de solucionar o superar ciertas dificultades en su vida sexual y en las relaciones que ésta genera. No se caracterizan por nada concreto, pero si tienen en común entre ellas haber tomado conciencia de su problema y el afán por superarlo.

¿Por qué nos da vergüenza ir a un terapeuta sexual?



Nunca tendremos vergüenza por ir al oftalmólogo a examinar nuestra vista si comenzamos a sentir fatiga al leer y dificultades para enfocar correctamente.

Tampoco nos cuesta hablar de que estamos acatarrados y hechos un "asco", aunque el catarro lo hayamos cogido por estar desnudos en medio de una corriente. Ni nos cuesta ir al médico con una buena indigestión, debido a que nos hemos atiborrado de comida...

A nadie le supone ningún problema reconocer que tiene dolor de espalda y atender a la consulta de un/a traumatólogo/a para tratar de aliviarlo.

En ninguno de estos casos, nos costará escuchar y aceptar las recomendaciones que el/la especialista nos dará sobre la necesidad de rectificar ciertos hábitos, o modificar ciertas conductas, incluso ciertas creencias erróneas asociadas a nuestras costumbres. Por ejemplo, si el/la traumatólogo/a considera que tenemos malos hábitos adquiridos en las posturas que adoptamos al sentarnos y que éstas están originando este tipo de dolencias, aceptaremos sus sugerencias y probablemente intentaremos rectificarlas con las indicaciones que nos faciliten.

Todas estas reacciones las vemos normales, no nos plantean ningún tipo de pudor, reserva o vergüenza. Incluso si algún amigo/a nos pregunta por algún especialista para tal o cual problema, estaremos encantados de darle todo lujo de detalles sobre nuestra experiencia al respecto en aquella ocasión que nosotros padecimos ese mismo o similar problema. Le haremos recomendaciones de todo tipo y nos prodigaremos en ejercer de "especialistas" en el tema.

Sin embargo, cuando se trata de nuestra sexualidad, de nuestras relaciones sexuales, de la respuesta sexual, etc. ahí cambia la cosa. Parece que es más difícil admitir que se tienen dificultades sexuales. Esto demuestra que estamos ante una falsa ‘liberación’ de los tabúes sexuales, que estamos ante una falsa era de la información sexual, ante una falsa educación sexual integral.

Y parece más difícil, en muchos casos, tanto para reconocérnoslo a nosotros mismos como para hablarlo con los demás, incluida nuestra pareja, amigos y área de salud. Frecuentemente, tenemos la creencia de que las dificultades surgidas en el ámbito sexual significan un menoscabo de nuestra imagen, una falta, un problema que nos discapacita globalmente, una cuestión que nos hace de menos, algo que desdice nuestra personalidad, etc., etc. También nos da vergüenza reconocerlo y hablarlo porque pensamos que somos los únicos que tenemos algún problema. Aunque si hiciéramos el mínimo ejercicio de manifestarnos al respecto, veríamos cómo se unen a nuestro discurso muchas personas con similares o parecidos problemas. No hay más que contar en el momento adecuado y de la forma adecuada alguna situación similar... la conversación se dispara y las actitudes vergonzosas se relajan.

Esta actitud está muy extendida y lo único que hace es empeorar el problema.

Al atender a una consulta, generalmente se tiene una cierta dosis de escepticismo y a la vez cierta esperanza. Esto es normal si tenemos en cuenta que quizá hemos tratado de solucionarlo por nuestra cuenta; que tal vez hemos fracasado en nuestros intentos; que seguramente el problema que tenemos lo llevamos arrastrando desde hace mucho tiempo y nos vemos incapaces de superarlo, etc. Los temores y la frustración se van cronificando y se convierten en uno de nuestros peores enemigos.

Una de las labores de un/a terapeuta es tratar de modificar esta actitud de recelo y escepticismo ya desde las primeras sesiones. Para ello se trata de participar al/la paciente de los contenidos de la terapia, de los objetivos, de los procedimientos y todos los pasos del proceso. Se trata de que el/la paciente sea absolutamente activo/a, no un sujeto pasivo de la terapia.

¿Las demás personas no necesitan información?



Es un síntoma de inteligencia y de sabiduría buscar información, contestar dudas y tratar de hallar la forma más eficaz de resolver nuestras dificultades.

En la consulta abordamos en profundidad todos los temas concernientes a la sexualidad y a las relaciones. Consideramos tan importante el acceso a determinado tipo de técnicas para producir placer como el hecho de conocer el modo en que sentimos, pensamos y respondemos ante situaciones eróticas, en nuestra intimidad o en las relaciones con otras personas.

¿Cómo pido hora para tener una primera entrevista?



Puedes llamar por teléfono solicitando día y hora o ponerse en contacto a través de la dirección de correo electrónico consulta@cota5.es

¿Cómo puedo informarme antes de atender a consulta?



Si necesitas aclarar algunas dudas antes de decidir atender a una consulta puede hacerlo a través de la información Online en consulta@cota5.es.

La consulta presencial produce, ya en la primera sesión, un clima de confianza y comunicación que ayuda muy notablemente a una relajación y desdramatización de las preocupaciones asociadas a los problemas que se tratan.

En la mayor parte de los casos, los primeros avances se notan desde la segunda sesión. El cliente va tomando confianza en la terapia y se produce un estímulo muy positivo para el trabajo personal.

¿Qué precios tiene la consulta?



Los precios de la consulta están estipulados en función de los honorarios/hora de la sexóloga. Puedes consultarlos en el siguiente link: precios consulta

©Lola Salinas
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